#FRACASAMOS – CHUCKY GARCÍA Y MARÍA ALEJANDRA CORREAL
by Sablazo
#FRACASAMOS
Texto de Chucky García y María Alejandra Correal
Escrito para Sablazo, Crítica Cultural
La indignación en redes sociales está condenada al fiasco. A los pocos segundos de comenzar a circular, la indignación de hecho se vuelve indignante y tan sobreactuada que a veces apesta. Apesta a zona de confort, apesta a conveniencia, apesta a #Yotambiéndebodeciralgoeindignarmeasímeimporteunpepinoynosepadequéestánhablando. Todos se indignan con el oso polar raquítico que sobrevive aferrado a un hielo como si estuviera dentro de un vaso de whisky; pero que se sepa ninguno se indignó porque Coca-Cola usó la imagen de un oso polar en sus campañas navideñas. Ah, verdad, es que en aquel entonces no había redes e indignarse no era una moda ni generaba likes ni sumaba seguidores. Si usted se indignaba por algo a lo sumo se lo contaba al taxista, al compañero de oficina o de universidad, a su familia mientras se terminaba de tomar la sopa en uno de esos pelotudos almuerzos de domingo. Y el primito sentado a su lado ni se enteraba ni le importaba, hoy ese primito tiene una tableta o un teléfono inteligente y lo primero que hace es postear una opinión que nadie le está pidiendo junto con el numeral #JesuisCharlie, en una acción que no sirve para cambiar lo que pasa en el mundo y ni siquiera el menú de un restaurante de corrientazos. Pongan #JesuisCharlie o lo que sea que los indigne en redes y cuantas veces como les sea posible y verán que “De principio hay garbanzos con chorizo” no será modificado: el ciudadano de a pie está más preocupado en saber si puede cambiar el huevo frito por más tajadas y no en si la libertad de opinión se ve coartada.
Esa indignación de sofá que tanta #tendencia genera en redes, es, eso sí, menos estorbosa que las marchas, que además de entorpecer una ciudad de por sí torpe, tampoco sirven para mucho; los estatus, las fotos de Instagram y los trinos –en comparación– no estorban tanto como las marchas snob y si a usted no le parecen pues es cuestión de un unfollow y se finiquita el asunto. Lo que sí es claro, es que las dos estrategias fracasan y no tanto por la estrategia en sí, sino porque acá el compromiso fracasa desde antes de ser adquirido. Si tal vez la indignación de sofá fuera más allá en acciones que no necesariamente habría que registrar en redes o si las marchas tuvieran un mayor compromiso con las causas pues pondríamos menos unfollows y toleraríamos más los trancones.
¿Y la indignación por la cultura? ¡Uy! El fracaso acá es peor.
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