VIENE EL COCO Y TE COMERÁ – CAROLINA SUÁREZ LATORRE
by Sablazo
VIENE EL COCO Y TE COMERÁ
Texto de Carolina Suárez Latorre
Escrito para Sablazo, Crítica Cultural

Ilustración de Alexander JuhaszImagen tomada de: http://api.theweek.com/sites/default/files/legacygeneric/MisterBabadook_dog_600.jpg
“Si realmente eres listo y sabes cómo ver… Con alguien especial una amistad puedes tener…
Un amigo para mí, y un amigo para ti…
Su nombre es Mr. Babadook, es su libro este de aquí…
Tres golpes retumbantes que golpean con fiereza…
Ba-Ba-Ba-Dook-Dook…”
Mr. Babadook es un monstruo de rasgos infantiles, un esperpento salido de la imaginación de un niño, tal vez un primo cercano del Coco; es una sombra con forma humana, de hombros anchos, cuello corto, sombrero de copa y dedos largos, que tiene la habilidad de estirarse, contraerse, aparecerse, gritar y hacer daño cuando lo dejan entrar. A la casa de Amelia y de Samuel llegó, en forma de libro de portada roja, letras negras y pull-tabs para informarles que acababa de llegar, que no era muy querido y que los iba a matar.
La persona que trajo a la vida éste macabro monstruo infantil es la directora y guionista Jennifer Kent, su afamada película se debate entre amores y odios, amores entre quienes la entendieron y odios entre quienes creen que es de terror; las escenas están cargadas de elementos infantiles: el libro, el Babadook, el miedo irreal de Samuel, hijo de Amelia, hacia algo que no existe y, las negativas de ella ante la posibilidad de tener un monstruo en la casa, sobre todo un monstruo astuto que los va a asesinar. Para contrarrestar el mundo imaginario de Samuel está la realidad: un trágico accidente, un notable abandono por parte de Amelia, un niño violento y socialmente aislado, una muerte y la culpa.
La belleza del Babadook vive en tres lugares; el monstruo, el mundo imaginario y la realidad. La infantilidad del monstruo lo invade de ternura; sí, es un monstruo para niños (aunque si a mí se me apareciera también me daría miedo); sí, vive en un libro y sí, se esconde debajo de la cama, dentro del closet, en el sótano, es amigo de la noche, de la sombra y aun así algunas de sus apariciones resultan enternecedoras. El mundo imaginario de Samuel que es donde ataca el Babadook y su insistente demanda de protección, que no recibe, son lo que lo lleva a fabricar armas para defenderse y para defender a su mamá de los constantes acosos del monstruo. Y la realidad, el dolor de Amelia por haber perdido al papá de Samuel el mismo día que nació, su frustración a nivel laboral, emocional y social como consecuencia de los sucesos que envolvieron el nacimiento de su hijo y su rol como madre soltera.
La belleza nace de la conexión de estos tres elementos, está presente en la forma en que una mamá frustrada lucha internamente contra intensas emociones hasta que se rinde y se convierte en un monstruo infantil que asusta y maltrata a su hijo; también se encuentra en como Samuel disfraza los comportamientos de Amelia detrás del Babadook, en sus intentos por protegerla de sí misma y en la forma como Amelia aprende a vivir con sus propios demonios y a debilitarlos.
El terror también es una forma de narrar realidades.
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